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  HUNTER WITH A SCALPEL   Título en Coreano:  메스를 든 사냥꾼 Actores:  Park Joo Hyun, Park Yong Woo, Kang Hoon, Kim Min Sang Personajes principales: Seo Se Hyun, Yoon Jo Gyun, Jeong Jeong Hyun, Choi Jong Soo     Capítulos: 16 Cadena:  Disney+ Género: Crimen, suspenso, psicológico Año transmitido:   2025 Sinopsis: Un thriller psicológico sobre Se Hyun , una científica forense genio que descubre rastros de los asesinatos de su padre mientras realiza una autopsia y se embarca en una cacería para ocultar el pasado que quiere borrar, antes de que la policía descubra primero la verdad. CONCLUSIONES Contiene Spoiler En un principio, este drama no es que no lo quisiera ver, sino que me parecía un poco fuerte por el tema que insinuaba el título. Ella quería ocultar algo relacionado con su padre, y pensé: “ Ay no… tratando de ocultar a un asesino ”. Pero también hablaba de ocultar su vida pasada, lo que me generó cierta curiosidad. Deci...

 When Life Gives You Tangerines

 

Título en Coreano: 폭싹 속았수다

Actores: IU, Moon So Ri, Park Bo Gum, Park Hae Joon, Yum Hye Ran,  Kim Yong Rim

Personajes principales:  Oh Ae Soon / Yang Geum Myeong, Ae Soon (adulta), Yang Gwan Sik, Gwan Sik (adulto), Jeon Kwang Rye, Park Mak Cheon

Capítulos: 16

Cadena: Netflix

Género: Drama, Romance, Melodrama

Año transmitido: 2025

Sinopsis: Ae Soon y Gwan Sik nacieron en Jeju, Corea del Sur en la década de 1950. Ae Soon es una chica rebelde y amante de los libros, pero no puede asistir a la escuela debido a la pobreza de su familia. Bajo esta circunstancia, nunca desiste de su sueño de convertirse en poeta. Expresa sus sentimientos libremente sin ocultar nada. Gwan Sik es un joven sincero, diligente y que no habla tanto. Gwan Sik solo ama a Ae Soon y la respeta.


CONCLUSIONES

Contiene Spoiler

Para empezar, voy a ser muy sincera: apenas vi al protagonista dije: “me gusta, me gusta mucho cómo actúa Park Bo Gum”. No sé tú, pero gran parte de sus actuaciones, tanto en dramas como en películas, yo las he visto, y me encanta su forma de actuar. Ahora, en cuanto a IU, no voy a decir que no, este drama claramente es “más allá”, pero a veces tengo ciertas dudas con respecto a ella. Considero que sí actúa muy bien, pero hay actuaciones suyas que, personalmente, no me convencen del todo. Por eso, al principio estaba un poco reacia.

Vi este drama cuando fue lanzado en Netflix, cuando soltaron como cuatro capítulos de una. Yo no podía creerlo: “¿¡cómo así que lo lanzan todo!?” Y como a la semana siguiente, si no estoy mal, lanzaron otros cuatro. A veces eran cuatro, otras veces dos en un mismo día, y yo así como: ¡calma, Netflix!

Por lo mismo, como no estaba muy segura de verlo, lo empecé tardíamente. No lo vi el mismo día del estreno, comencé como una semana después. Me vi el primer capítulo… interesante. Se veía prometedor, pero seguía con dudas. Yo sé que acá más de uno me debe estar ahorcando imaginariamente, pero bueno. Me vi el segundo capítulo… y ahí me enganché. La historia ya me cuadraba muchísimo mejor, empezó a parecerme más interesante. Vi el tercer capítulo y fue como: “Aquí me quedo, gente. De aquí nadie me saca”. Y de ahí… a las mandarinas.

Tuve un momento de pausa porque tenía bastantes cosas por hacer, temas de adultos, responsabilidades. Hasta que un día, que me sentía un poco enferma, aproveché y me vi los últimos tres capítulos, uno tras otro. ¡No! ¡Qué lloradera tan increíble! Yo tengo mis momentos de ser un poco llorona, no lo voy a negar, especialmente con los dramas con los que conecto profundamente. Así sea una lagrimita, ya empieza todo. Hay unos donde lloro sin darme cuenta al final. Y otros donde conecto y lloro… pero no tanto.

¡Pero es que este…! ¡Dios! Qué forma de hacerte llorar. Es increíble. Bendito Dios que no soy de las personas que dicen: “primer capítulo no me gustó, chao”. Qué bueno que lo vi pausadamente, no de una sola sentada, porque si lo hubiera hecho así, creo que no lo hubiera visto de la manera tan amable como lo hice: prestando atención a la historia, entendiendo el contexto, y no solo viéndolo por verlo, por moda o porque estaba en tendencia. Al verlo a mi propio ritmo, lo disfruté mucho más y comprendí mejor su desarrollo, especialmente desde el segundo capítulo.

Este drama es una belleza, es una obra de arte. ¡Wow! Es otro de esos que no sabes por dónde empezar a describirlo, porque siento que tocó fibras en todo el mundo: en Corea, en Colombia, en Europa, en África… donde sea que lo hayan visto, tocó el corazón de las personas. A pesar de las diferencias culturales —voy a hablar desde el contexto coreano comparado con Colombia o, entre comillas, Latinoamérica— hay similitudes profundas en la crianza, las creencias, las emociones. Uno pensaría: estamos al otro lado del mundo, pero no… Hay cosas que simplemente conectan con lo que es ser humano: las subidas y bajadas de la vida, los sacrificios de los padres, la forma en que nos criaron.

Empieza uno a hacer retrospectiva: ¿Cómo fue lo que hicieron mis padres por mí? ¿Qué sacrificaron por su vida, por su amor, por nosotros? Lo ves desde la perspectiva del hijo, de cómo se siente ser hijo. Te ves reflejado en las distintas etapas de la vida, dependiendo del momento que estés viviendo actualmente. Y sí… se siente muy tuyo. Como si te hablaran directamente, como si reflejaran tu propia familia. En pequeñas cosas, en otras muy específicas, dices: “¿cómo es posible que, siendo culturas tan distintas, esto también haya pasado en mi familia?”. Te ves reflejado como mamá, papá, hijo, abuelo, abuela…

La historia se enfoca en una familia y una pareja principal, pero también se entrelaza con otras familias. Muestran cómo era diferente la forma de ser pareja en aquella época, sobre todo en la Corea de esos años. Y aunque parecía un contexto muy coreano, en muchos países con culturas tradicionales fue muy parecido. Por eso uno se ve tan reflejado.

Ves a tus padres en pantalla y piensas: “¡Wow!”. ¿Cómo no llorar? ¿Cómo no agradecer? ¿Cómo no culparte por algunas cosas? ¿Cómo no querer hacerlo mejor? Me está costando llegar a esta parte de la conclusión porque me acuerdo… y wow, es difícil. Este drama fue popular no solo por el “boom” mediático, sino porque conectó con el alma de muchas personas. Aquellos que lo vieron en familia lo vivieron aún más intensamente. Y los que lo vieron solos, como yo, sintieron que les hablaban directo al corazón.

Ahora sí entro en contexto…

Lo hermoso de esta historia es cómo va y viene en el tiempo. Eso requiere atención. La historia comienza en los años 50, cuando nacen nuestros protagonistas, que se conocen literalmente de toda la vida. Esto ocurre en la isla de Jeju, en Corea del Sur. Oh Ae Soon es bastante rebelde para la época: quería estudiar, leer, ser mejor. Por eso la llamaban “la estudiosa”, “la poeta”. En ese momento, eso era romper paradigmas en una sociedad muy tradicional, más aún en una isla.

Ella no quería casarse ni tener hijos como prioridad; su sueño era salir de la isla, pero no pudo seguir estudiando por razones económicas. Su familia era pobre. No estoy segura si esto era igual en toda Corea o solo en la isla, pero sus costumbres eran muy rígidas. A mucha gente, especialmente a los mayores, le molestaba que ella quisiera ser diferente.

Y ahí estaba nuestro chico, Yang Gwan Sik, quien desde el principio la apoyaba. Era muy callado, pero seguro de sí mismo. Tenía claro lo que quería. A él nunca le molestó cómo era ella. Al contrario, quería darle alas para que brillara. Desde niños se ayudaban y apoyaban. Fue muy bonito ver esa transición de la niñez a la adolescencia. No eran novios, pero la conexión era profunda.

Hay que aclarar que la que estaba en negación era Oh Ae Soon. Yang Gwan Sik sí quería una relación con ella, y para él no había otra. Pero ella tenía miedo de que pensaran que lo había seducido, más por el hecho de que él venía de una familia acomodada, y ella, no.

En algún punto decidieron huir, llevarse lo más valioso que tenían e irse a Busan. Eso fue muy lindo. Me recordó historias que podrían haber vivido nuestros padres o abuelos. Luego, una de sus hijas (una de las tías) le cuenta esta historia a su hija, lo cual me pareció un detalle precioso.

Otra escena que me marcó fue cuando ya estaban casados, y vivían con la familia de él. En esa época era costumbre que se dividieran las mesas: la mesa principal para el esposo, padres, abuelos… y la mesa secundaria, la de la esposa y los hijos. Pero él un día se giró y empezó a comer con su esposa e hija. Su madre y abuela se escandalizaron, le reclamaron, y él dijo: “Yo los quiero a todos por igual. A veces comeré aquí, y a veces con mi esposa e hija”. ¡Wow! Eso rompía con las costumbres de la época. Fue tan simbólico y conmovedor…

No quiero alargar más la historia —aunque no llevo ni la mitad—, pero bueno… tuvieron más hijos, pasaron muchas cosas. La hija mayor se fue a Seúl a estudiar, tuvo su primer amor. ¡Qué historia tan bonita! No siempre el primer amor se queda contigo, pero esta historia mostró que también se puede cerrar bien una etapa, aunque duela. Y duele aún más cuando sabes que no terminó porque querían, sino por imposiciones, como en este caso, la madre del chico.

Una escena que me encantó fue cuando el hijo le dice a su madre: “Mira, mamá, ¿Quién es la única que está feliz y sonriendo el día de mi boda?”. Y otra frase impactante fue la que le dijo Oh Ae Soon a la madre del chico: “Qué bueno que tú estás libre de ese peso, pero ahora quien va a cargarlo es tu hijo, y él no debería hacerlo”.

Más adelante, los hijos hacen sus vidas, con sus propias parejas. Hay una especie de árbol genealógico que se va abriendo, con historias preciosas. Cada personaje se siente con un rol dentro de la familia, pero también con emociones guardadas que han pesado con el tiempo. Esas cosas no dichas… duelen. Y es por eso que este drama se siente tan cercano y tan fuerte emocionalmente.

No me quiero alargar más. Solo diré: es una obra de arte. Es espectacular. Es hermoso. Es un drama para ver —o repetir— con la familia, con un amigo o sola… pero siempre con el corazón dispuesto a recibirlo.

 Y esa frase tan icónica del título:

“Cuando la vida te da mandarinas…”

…no siempre es algo malo. Solo hay que saber ver, escuchar… y buscar por ti mismo las formas para tener esa vida que sueñas. Tal vez ya la tienes, solo que no te has dado cuenta. Y recuerda: siempre hay nuevos comienzos. No importa el momento, no importa la edad. Solo necesitas estar, y tener a tu lado a alguien que te permita mantener las alas abiertas… tanto tú como el otro.






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