GOOD BOY

 

Título en Coreano: 굿보이

Actores: Park Bo Gum, Kim So Hyun, Oh Jung Se, Heo Sung Tae

Personajes principales: Yoon Dong Joo, Ji Han Na, Min Ju Yeong, Go Man Sik

Capítulos: 16

Cadena: Jtbc / Disney+

Género: Romance, comedia, policíaco

Año transmitido: 2025

Sinopsis: Yoon Dong Joo es un medallista de oro olímpico de boxeo, pero pasa por dificultades en su vida. Gracias a su carrera como medallista olímpico, puede convertirse en un oficial de policía. Comienza su segunda vida como oficial de policía.

Ji Han Na es una medallista de oro olímpica en tiro. Es conocida como una diosa del tiro debido a su hermosa apariencia y es muy querida por el público. Debido a un incidente que sorprendió al mundo, abandona el tiro deportivo y se convierte en oficial de policía.

Yoon Dong Joo y Ji Han Na, quienes se convirtieron en oficiales de policía después de tener carreras como medallistas de oro olímpicos, luchan contra un mundo donde la inconsciencia y la injusticia corren desenfrenadas.

CONCLUSIONES

Contiene Spoiler

Este año es la segunda vez que veo a Park Bo Gum, y ante esto solo puedo decir: ¡qué bendición, mi gente! Gracias, gracias… nada como ver a este hombre dos veces en un año. Y ahora, además, haciendo su fanmeeting. ¿Qué más se le puede pedir?

Con esa alabanza ya se puede imaginar la principal razón por la que empecé este drama. Pero, dejando de lado a Bo Gum, también me atrapó el elenco completo: el equipo de personajes principales y los secundarios, en especial el grupo de la estación de policía. Uno de ellos, que termina siendo el villano, es un actorazo impresionante. Cuando apareció, sabía que sería importante, pero no imaginaba que sería “el malo”. Eso para mí ya era garantía de un drama bueno: personajes bien interpretados, trama interesante y un equipo actoral sólido.

He visto dramas con grandes elencos que no terminan funcionando, como me pasó con MyDearest Nemesis, donde temía que la calidad de los actores no fuera suficiente para salvar la historia. Pero aquí no fue el caso: todo estuvo a la altura.

La sinopsis ya da pistas de la trama: nuestros protagonistas fueron grandes deportistas, medallistas olímpicos que representaron con orgullo a su país. Eran considerados héroes, admirados por todos… hasta que, como pasa en cualquier parte del mundo, fueron olvidados. Cada uno decidió seguir un nuevo camino y convertirse en policía, pero con motivaciones y expectativas distintas.

Por ejemplo, Ji Han Na no quería ser simplemente “la imagen bonita” de la institución. Aunque como deportista destacaba en tiro, en la policía querían usarla solo para campañas y fotos, como una “princesita” que se viera bien en uniforme. Ella, en cambio, quería estar en el área de rescate, portar un arma y estar en el campo de acción. Esa etiqueta de imagen perfecta siempre le incomodó.

Otro de los protagonistas prefería un cargo administrativo y estable, pensando en su familia. Sin embargo, lo usaban como símbolo de buen comportamiento para eventos y campañas, algo que no le daba la seguridad laboral que buscaba.

Y por último, nuestro querido boxeador Yoon Dong Joo, quien tenía muy claro que ya no era un atleta reconocido, y que su salida del deporte estuvo marcada por una gran mentira: se le acusó falsamente de dopaje. Aunque la verdad salió a la luz, el daño a su imagen fue irreparable. Él decidió entrar a la policía para atrapar delincuentes, usando sus puños —con los que antes defendía el honor de su país— para hacer justicia. Su estilo, sin embargo, era demasiado intenso: no solo detenía al delincuente, sino que investigaba a fondo su historial, lo que incomodaba a sus superiores.

La trama se complica cuando Dong Joo encuentra el cuerpo de un hombre asesinado. La víctima investigaba un caso de contrabando en la aduana: drogas, joyas, relojes y otros artículos ilegales entraban al país como si nada. El principal sospechoso resultó ser un trabajador más de la aduana, sin un cargo importante. Esa fachada de “perfil bajo” le permitía pasar desapercibido mientras manejaba una red criminal enorme.

Dentro de esta organización, una mujer producía drogas en forma de dulces, lo que las hacía peligrosamente atractivas para cualquier persona, incluso niños. Hubo una escena impactante donde un detective, sin saberlo, comió uno de esos “dulces” y terminó drogado en medio de un operativo.

Para atrapar a los responsables, el equipo tuvo que recurrir a delincuentes de menor rango para obtener información sobre la red más grande. Así reclutaron a un informante peculiar, que les fue guiando por una cadena de contactos cada vez más peligrosa. Lo que parecía un simple caso de contrabando terminó siendo una organización internacional, con negocios incluso con la Yakuza japonesa.

El villano principal, Min Ju Yeong, era despiadado: asesinó a los padres de dos personajes, manipuló y destruyó vidas, y hasta hizo que la hermana de una de sus colaboradoras se volviera adicta a sus drogas. Era un personaje tan perverso que no dejaba de sorprenderme capítulo tras capítulo.

Pero los protagonistas no solo luchaban contra criminales: también enfrentaban sus propios problemas de salud física o mental. Dong Joo empezó a presentar síntomas de una enfermedad cerebral causada por los golpes recibidos como boxeador. Hubo un momento crítico cuando su antiguo entrenador le dio un golpe en la sien, dejándolo ciego temporalmente. Pasó días inconsciente y, aunque se recuperó, fue un recordatorio del riesgo que corría.

Ji Han Na, por su parte, cargaba con problemas emocionales y psicológicos, en gran parte debido a su madre y al rechazo a ser vista como “la niña bonita”. El esgrimista del grupo sufría un trauma visual tras un accidente en una competencia, que lo paralizaba ante cualquier objeto cerca de sus ojos.

A lo largo del drama, cada uno fue enfrentando y trabajando en sus miedos y limitaciones, fortaleciendo no solo sus habilidades, sino también la unión como equipo. La combinación de su pasado deportivo con su labor policial les dio una determinación inquebrantable: no rendirse hasta atrapar a Min Ju Yeong.

El drama mezcla acción, drama, intriga policial, momentos emotivos y un toque romántico entre Yoon Dong Joo y Ji Han Na. También resalta la camaradería y amistad genuina entre los miembros del equipo, algo que se siente muy real.

Cada capítulo te deja con ganas de más, y el guion maneja muy bien cada subtrama. Es un drama espectacular, uno de mis favoritos del año, y lo recomiendo sin dudar. Me gustó tanto que hasta quiero la toalla con el logo oficial que sacaron como mercancía.

Este drama no solo reunió a actores de gran talento, sino que les dio un proyecto a la altura de sus capacidades. Me hizo reír, emocionarme, sufrir y aplaudir. Sin duda, entra directo a mi lista de imprescindibles.